miércoles, 12 de noviembre de 2008

Que lo solucione Rato

Ahora que los ídolos del capital se desploman a manta apenas se escucha un susurro que nos indique que siguen vivos. Me refiero al trino alegre de los pajaritos neoliberales, o pajarracos, según se mire. ¿Se acuerda alguien de aquella rana Gustavo que presidía el fondo monetario internacional de apellido Rato?, ¿Qué coño habrá sido de él?, ¿Se habrá hecho budista?, ¿O simpatizante de alguna célula troskista?
El, a veces, despiadado estado, de natural remiso a la hora de poner orden en el caos de los negocios, acude presto a sonar los mocos quién haga falta cuando el capitalismo tose. Pobre capitalismo. Con los pelaos se toma las cosas con más calma. Él es así.
De ninguna de las miserias de ahora hablaban cuando era fiesta y las bolsas llenaban a capazos las carteras de los, hoy, apenados inversores (Me dan una pena los pobres constructores...). Allí corren prestos los gestores de la cosa pública con pañuelos de seda. El capitalismo tiene gripe: Estamos perdidos.
Y ellos, los que generaron el problema, con Zapatero o sin él, cambiarán todo para que las cosas sigan igual. Eso sí, tras sesudas reuniones.
Entonces nos mintieron, la fiesta se estaba acabando, ¿en qué nos mienten ahora?

Enegía

A veces necesito cargarme de energía antisocial. Si no andas listo te despistas y crees que este invento no está mal del todo. Eso suele ocurrir después de haber comido como un canónigo, de una buena siesta, después de leer un buen libro o cuando te enteras de que el electorado de USA ha mandado a tomar por el culo a los secuaces del tontoelculo que casi lleva al mundo hacia el desastre (ocho años son muchos años de peligro). Cuando eso sucede, me refiero a la bajada de mis defensas antisociales, espero al domingo por la mañana y me lanzo a cualquier café en el que una familia de capullos me impida leer el periódico: Él detrás del Marca, los dos gilipollas en estado larvario (el mayor Jonatán y la pequeña Genifer) dando por el culo a grito pelao y la madre que los parió ejerciendo de mater familia, es decir, medio atenta al resto de gilipollas antes mencionados, medio absorta en la más absoluta de las nadas, o lo que es lo mismo: mirando el puto televisor (que también te impide leer y por tanto también te carga las pilas de odio a la sociedad).
Es manita de santo. Cuando sales del local y piensas que esos capullos podían haber votado a Obama, si la democracia fuera más justa y, por tanto, les hubieran permitido votar en las elecciones del país dueño de su país, cuando piensas esto ya eres inmune a la cantidad de expectativas que vomitan los medios de comunicación.
Salvado.