
La madera, si está bien trabajada, es capaz de sacar música, que le pregunten al piano.
Sigues la línea entre dos nudos y un rumor de Thelonious recorre la estancia.
Se parecden mucho esas notas mínimas del Sr. Monk a los dibujos de las vetas: Justas, limpias, imprescindibles.
Por las vetas del contrabajo de Ron Carter corren gotas de sangre y sudor de Miles. En los nudos del piano de McCoy Tyner se concentran los gritos y lamentos de Coltrane. Desde el violín de Grappelli hasta las baquetas de Elvin Jones corre la savia, oscura y profunda, de un Jazz que sigue yendo a contracorriente de todo.
ResponderEliminarY que siga así, compañero.