martes, 2 de diciembre de 2008

El Baku y la navidad


Se acercan las navidade.....uf...., con esa música asquerosa inundándolo todo, con esas calles horteras, con ese vómito atravesado que le deja a uno esa opulencia, las más de las veces fingida. Uf.
Pero todo desastre tiene su remedio (bueno todos no pero el que nos ocupa sí), y es que el personal escapa como puede. Toda huida sea buena si lo que se deja atrás es esa orgía de mal gusto..... Pero basta ya de pláticas y vamos a construir, ahí va una misiva enviada por J.G.L (alias el Bakunin, o el Baku en plan más íntimo) a este carpintero, que estos días ve frecuentado el local de sus muebles por almas perdidas que reniegan de la Navidad. Aquí tenemos el testimonio de un resistente.
Querido hermano en las artes de la carpintería aficionada:
Mucho antes de que la locura consumista se desate ya tengo unas ganas enormes de atracar el corte inglés. Cualquier día vale, pero ya puesto a soñar con una buena caja, las mejores fechas, que deberían estar señaladas en mi calendario con un círculo rojo, serían los últimos días del mes de diciembre. Estas ensoñaciones, supongo que comunes a todos los mortales bien nacidos, me vienen de lejos, de antes de que “El Diony” nos enseñara el camino que no había que seguir.
Que uno quiera atracar el cortes inglés durante las navidades es normal.... En fin, muy normal. Todo el mundo lo haría si eso no le llevara a la pensión del talego, así que en eso soy como “El Diony”, y como todos. O mejor dicho, como todos no, pues es precisamente en navidad, y en el mes que le precede, cuando esa idea machacona, que martillea mi cerebro el resto del año, desaparece. Me explico: A partir del momento en el que paso la hoja del calendario, y se pone Diciembre ante mis ojos, lo del corte inglés se me olvida como por arte de magia, y lleno mi cabeza de otra ensoñación, o mejor dicho de otra fantasía que en realidad hago realidad: mangar niñosjesuses de los nacimientos. Pero no cualquier niñojesús, cualquiera no vale. Y no de cualquier nacimiento. Por ejemplo, el de una tienda del tres al cuarto de esas de regalos de navidad no me vale. Y mira que allí puede haber miles de niñosjesuses, pero no, eso no me pone. Lo que verdaderamente me pone son los niñosjesuses de los belenes ya montados. Y ahí no tengo caprichos, me vale lo mismo el del Corte inglés que el de la casa de los Baroja (tremendo belén el de Don Julio). Si acaso me ponen más los belenes de derechas, mejor dicho de extrema derecha, que de derechas son todos. Sí, esos de barrio bien, rancios como un bocadillo de caspa, me ponen. Pero tampoco le hago ascos a esos belenes costumbristas, por decirlo de alguna manera, belenes de pueblo infestados de adornos dorados, con su cagonet si es preciso. Belenes configurados por las manos de las marujas más dispuestas, o viudas piadosas, las mismas que le arreglan la casa al cura. Manos que no escatiman en corteza de árbol inocente, o musgo de muro sombrío. Es una tentación salvaje. Una necesidad de gritar a ese mundo tan perjudicado que me rodea, un impulso nacido más allá del cerebro, yo qué sé, pero el caso es que cuando me atenaza esa fuerza, cuando siento que no hay vuelta atrás, me lanzo en el momento preciso, momento de descuido general, capturo con saña al niñojesús y desaparezco.
El personal se lo suele tomar a malas y eso agudiza el placer del ladrón de niñosjesuses que siente que, por un momento, el mundo camina hacia un punto de equilibrio cósmico. Me explico. Después de dos meses de someter al ladrón de niñosjesuses a un bombardeo, que en algún momento sobrepasa al de Hiroshima, una fuerza poderosa estalla en su interior. Periódicos, televisión, radio, tamtam, después de recordar al ladrón de niñosjesuses por cualquier medio que hay que practicar la caridad y ser feliz, y comer como un cerdo, y consumir, sobre todo consumir, después de esa tortura, el ladrón de niñosjesuses se toma una pequeña revancha. Ellos seguirán con lo suyo y, de paso que es navidad y el corte inglés lo celebra, me lo recordarán a todas horas; pero en el barrio de Salamanca (o el que toque) habrá un hueco de veinte siglos de historia flanqueado por un buey y una mula que miran al vacío. Es poco, ya sé, apenas nada, pues esos dos meses de asedio dan muchos puntos que jamás se podrán igualar con el pequeño fastidio que les supone que les levanten en sus putas napias el niñojesús del belén. Pero algo es algo.
El día de reyes todo se pasa. Y este ladrón de niñosjesuses se transforma de nuevo en un ciudadano, que, si bien no es un modelo válido para una clase de educación para la ciudadanía, ya vale para que parezca más o menos insertado, y el resto del año me lo paso maquinando argucias para dar un palo al corte inglés el día 23 de diciembre del año recién estrenado. Como todo el mundo.
Y así va pasando la vida.
Un beso cargado de resistencia.
Baku.
Y estos han sido los remedios de J.G.L. ante la agresión que todo bien nacido sufre en estas fechas. Más bien fechorías.
A mí no me parecen los peores, conste, pero creo que más te valdría Baku, le he contestado a vuelta de correo, mezclar la dos ensoñaciones de las que me has hablado y mangar el niñojesús que, casi seguro, habrá en el interior de la furgona que ha recogido la recaudación del corte inglés, rodeado de fardos y fardos de pasta todavía caliente. Ese sí que sería un buen niñojesús, un niñojesús con un par de cojones y una mula. Imagina al niñojesús, amigo Baku, rodeado de pasta. Billetes y billetes. Y carteras de a metro repletas de viruta haciendo de pilares del edificio del portal. Y praderas de billetes de quinientos euros atravesadas por ríos de monedas de dos.... Y un cagonet soltando zurullos de dólar. Y el niñojesús en medio.... ¿Lo imaginas?
Feliz navidad y felices sueños navideños.

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